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Por José Antonio Bestard Gómez

Pareciera que desde que se produjo en Chile el estallido social en el año 2019, la crisis política en nuestro país entró en una fase terminal, más aún si se considera la fallida discusión en la Convención Constitucional que conllevó al rechazo de dicha propuesta por un amplio margen en el plebiscito de salida.

Hoy a casi 4 años del estallido social, pareciera que la lección no está aprendida. A días de un nuevo plebiscito constitucional y tras una serie de advertencias de diferentes actores políticos de sectores oficialistas y de oposición, se ha dado cuenta del mal rumbo del proceso constitucional en marcha y que dista mucho de poder lograr acuerdos transversales en las diferentes fuerzas políticas en nuestro país.

Un sector argumenta que este fenómeno se debe a que el actual proceso constitucional está dominado por un solo partido político, lo que no genera consenso transversal ni en los partidos oficialistas ni dentro del mismo gobierno. Sin perjuicio de lo anterior, pareciera ser que de resultar ganadora la opción rechazo, sería el golpe de gracia a toda la clase política y de paso dar por sepultada la idea de tener un nuevo texto constitucional que se transforme en una casa común para todas las personas.

A diferencia del anterior proceso, parece conveniente la poca campaña mediática a través de los medios de comunicación, lo cual genera más desconocimiento a la ciudadanía, más aún considerando el poco tiempo que resta para la votación que definirá si tendremos o no un texto constitucional sumado también a que el Consejo Constitucional en los últimos días ha mostrado enormes dificultades para generar interés e involucramiento en el nuevo proceso.

Finalmente, los distintos sondeos de opinión dan cuenta de la alta valoración que tiene la ciudadanía sobre los acuerdos transversales entre distintos sectores políticos, pero pareciera que la clase política hace caso omiso a dicha demanda. Esto pone en riesgo aún más el posible final de la gran mayoría de los partidos políticos en nuestro país, ante el resultado adverso del actual proceso constitucional lo cual hace muchos años se viene transformando en una crónica de una muerte anunciada y pareciera que no hay solución hasta el momento en dicho problema.