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Por Karla Montoya Araya

La diplomacia naval es un término acuñado para definir las relaciones marítimas entre dos o más países e impacta en cuestiones como la seguridad fronteriza, territorialización, el comercio, la migración, el tráfico de drogas, armas e incluso de personas. Al ser una contribución a la política exterior del Estado, ha resultado tan importante como otros tipos de diplomacia y ha tenido un rol fundamental desde el Hard Power (HP), el ejercicio del poder naval; como el Soft Power (SP), la influencia naval. El actor principal en este caso, las armadas, poseen una versatilidad que les otorga un abanico amplio de posibilidades para apoyar en la consecución de los intereses nacionales y contribuir a la política exterior de los Estados (1).

La diplomacia naval se puede ejecutar en apoyo a propósitos de estrechar vínculos de amistad o profundizar las percepciones de confianza mutua entre países vecinos o amigos distantes. De tal modo, estas funciones de la diplomacia naval que contribuyen al interés nacional pueden ser realizadas por las fuerzas marítimas individualmente o complementadas con otras fuerzas del Estado; o bien combinando fuerzas con países amigos (2).

Para Chile, el acceso al Océano Pacífico implica prácticamente la inserción del país en la economía mundial, considerando que el 95% del comercio exterior del país se realiza por medio del mar y con tratados de libre comercio con un número no menor de naciones que tienen salida a este océano. Por ello, es un área geográfica que presenta grandes desafíos, con todo lo que aquello implica en términos de logística y seguridad, la zona de responsabilidad de búsqueda y salvamento de Chile (SAR).

En términos medioambientales, es un área geográfica asociada a tareas que deben ser abordadas con un perfil de carácter multilateral en lo ambiental, y también en cuanto a sustentabilidad de especies vivas, algunas de las cuales son altamente migratorias. La Zona Económica Exclusiva supera los 3.6 millones de kilómetros cuadrados, y el posicionamiento de Chile en la Antártica (en el cual la Armada cuenta con cuatro buques de apoyo logístico) cobra especial notoriedad global al ser un lugar donde fluyen nutrientes y alimentos vitales para la vida marina que otorga beneficios a estados ribereños del Pacífico Sur (3).

En este sentido, la Armada al ser una institución de la defensa del Estado no ajena a los efectos del calentamiento global y la escasez de recursos naturales, tiene un rol esencial en apoyar la protección de los ecosistemas marinos, ante amenazas como la pesca ilegal, realizada tanto en aguas interiores como por flotas pesqueras internacionales en la zona económica exclusiva o incluso apoyar la lucha contra esta actividad a nivel internacional en apoyo con otros países del Pacífico, así como también aplicar medidas conjuntas con otras fuerzas navales estatales que puedan mitigar los efectos del cambio climático.

Referencias:

(1) Gutiérrez, S. (2020). Las armadas y la política exterior: la diplomacia naval. Revista Marina 140 (94). https://revistamarina.cl/es/articulo/las-armadas-y-la-politica-exterior-la-diplomacia-naval
(2) Armada de Chile (2009). Doctrina marítima: El poder marítimo nacional. https://www.acanav.cl/wp-content/uploads/2021/07/Doctrina_Maritima_Nacional-1.pdf
(3) Martínez, I. (2018). Cambio climático y desarrollo sustentable: Desafíos para la Armada de Chile. Revista Marina 135(962).