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Por Nicolás Escobar Lezana

Los jaguares poseen una naturaleza bastante solitaria y territorial, rayando incluso en la agresividad e intransigencia con sus pares y se les reconoce como seres desafiantes en la lucha por sus intereses. Es por eso por lo que se le relaciona con el desarrollo chileno y, en la actualidad, con el proceso de la siempre destacada, alabada o criticada Ley de Presupuestos. Esta ley responde a un contexto económico mucho más complicado que las ya clásicas posiciones ideológicas o intereses partidistas, abordando ella, año tras año, nuevas formas de asegurar/implementar el buen uso de recursos públicos, dotar de herramientas a la transparencia-probidad o el acertar en la asignación del financiamiento a cada músculo del Estado. 

Sin embargo, no es novedad la crisis económica que dificulta la reactivación del sistema chileno, la cual además de provocar todos los efectos macro/microeconómicos, se entremezcla con sentimientos difíciles de saborear por parte de la población, tales como la inseguridad, la crisis del mercado hipotecario/vivienda e incluso el resultado ad portas del ya segundo proceso constituyente, el cual pareciera ser “olvidado” producto de la marcha de los Juegos Panamericanos Santiago 2023.

Cabe preguntarse entonces, ¿la Ley de Presupuestos ya presentada podrá revivir aquellas cifras que enorgullecían al sistema político? Ciertamente esta es una pregunta demasiado compleja e imprevisible, a lo cual evocaré precisar aquellos puntos destacables que estimo “salgan a flote” por medio de la iniciativa.

Al país le urge comenzar con trabajos de recuperación y repunte de las cifras macroeconómicas, y tanto la evidencia como la historia apuntan a la solución de incrementar la inversión pública, especialmente en la nueva y energizante realidad del litio; así también del avance de energías renovables/hidrógeno verde y planes de diversificación productiva, tal como el alicaído mercado hipotecario, los cuales incite nuevas ofertas de empleo e ingreso monetario al fisco, estimulando el aceitado del engranaje económico.

Paralelamente, el desarrollo de agendas de probidad en uso y ejecución de recursos ha demostrado ser urgente, ello no solo producto de la famosa crisis de estipulación de convenios regionales, sino de la lamentable muestra de ineficacia en regulación, por lo cual una renovada asignación y reforma ciertamente podría impulsar cifras de inversión a nivel nacional e internacional.

Ciertamente una Ley de Presupuestos que aborde cada aspecto en un momento tan delicado parece imposible. Es menester apuntar a algo más elemental que “el deseo de volver a magnas cifras pasadas”, y ello es la capacidad de entregar estabilidad política en negociación y acuerdos al sistema chileno, ya que ciertamente, pese a que los denominados “jaguares” viven su vida solitaria y territorialmente, ello no limita su capacidad de adaptarse al entorno con el fin de sobrevivir.