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Por Augusto Valdivieso Navarrete

“Conocer y aplicar conceptos y técnicas financieras básicas, así como desarrollar actitudes, conductas y prácticas que favorezcan la toma de decisiones ciudadanas y le permitan ejercer acciones eficaces para mejorar su bienestar económico, personal y familiar”, son los principales objetivos que pretenden lograr un grupo diputados y diputadas encabezados por Daniella Cicardini y Daniel Manouchehri con el Proyecto de Ley que tiene como fin introducir a temprana edad –en este caso, desde la educación básica y media— la educación de carácter financiero. 

Según evidencia el 41° Informe de Deuda Morosa realizado por Equifax y la Universidad San Sebastián (USS), la Generación Z –esto quiere decir, jóvenes entre 18 a 24 años— registra un aumento del 1,4% real anual en el monto promedio de los niveles de endeudamiento, alcanzando los $520.738, cifras que son, a lo menos, preocupantes. Y de esta preocupación colectiva se hizo cargo Javiera Martínez –Jefa Bienestar Financiero Destácame—en el programa ‘Mercado en Vivo’ de Teletrece al indicar que uno de los factores que explicarían este aumento en el porcentaje de endeudamiento de los jóvenes sería precisamente los bajos o nulos niveles de educación financiera en general en Chile. 

En base a esta problemática de que en nuestro país no se les enseña a las personas a una temprana a edad para qué sirve un crédito, cómo utilizar una tarjeta comercial, cuándo utilizarla o la importancia del ahorro, es que me surge la duda de cuál es el alcance de la implementación de una Ley de Educación Financiera a nivel escolar y si realmente esta es una carta para resolver una cuestión que sin duda alguna tiene un impacto significativo en nuestras vidas.

Para contestar estas preguntas o hacer el intento, no debemos ser reacios a estudiar la historia, ya que muchas veces –si es que no en todas las ocasiones—conocer el origen de los acontecimientos históricos nos permite tener una perspectiva más amplia, una mirada más completa, un mejor panorama de las situaciones que enfrentamos como individuos y sociedad. Es por esto que analizaré brevemente la historia de la educación financiera, de qué trata, de dónde y por qué surge.

El origen de la Educación Financiera podemos decir que se da como respuesta ante nuevas necesidades globales que se comenzaron a entrever desde principios de la década de los años sesenta con la corriente económica Keynesiana. En relación a esto, algunos países desarrollados comenzaron a adecuar sus sistemas educativos con aprendizajes y prácticas orientadas a la conformación de un individuo global al incluir contenidos curriculares propiamente relacionados con el entorno económico y financiero. Uno de ellos fue Japón en el año 1989 con la inclusión de temáticas económicas, comerciales y financieras en la educación básica con el fin de instruir a sus ciudadanos desde una temprana edad para adaptarse a los nuevos desafíos económicos globales. De igual forma fueron implementados estos planes de formación de habilidades económicas y financieras tanto en Europa como Estados Unidos.

En otras palabras, lo que hacen países como Japón, Estados Unidos o Inglaterra, es moldear y establecer procesos mediante los cuales los individuos adquieran una mejor comprensión de los conceptos y productos financieros y desarrollen las habilidades necesarias para tomar decisiones informadas, evaluar riesgos y oportunidades financieras, y mejorar su bienestar. Este plan busca que la mayoría de las personas se den cuenta que tienen una percepción errónea respecto a la educación financiera, al creer que este nivel formativo está única y exclusivamente reservado para profesionales del área económica y financiera que tienen grandes y difíciles problemáticas que resolver a nivel societario o incluso a nivel país.

Es en este punto en el que nos damos cuenta de que tan cegados nos encontramos. La sociedad mundial actual presenta muchos problemas, pero me parece a mí que uno de los más importantes y que muchas veces se pasa por alto tanto a nivel escolar como familiar, es la tremenda individualización del individuo. Y redundo en el concepto para llamar la atención hasta del más despistado lector. Es que de eso se trata, vivimos en una sociedad tan individualista, cegada e insensibilizada con lo que pasa a nuestro alrededor, que realmente estremece. 

Creo que es un error darle la culpa al modelo político, económico, social e incluso cultural del capitalismo tan etiquetado con la libertad económica y propiedad privada, ya que no obstante presenta deficiencias como cualquier modelo, somos todas las personas las que desarrollamos y llevamos a cabo dicho modelo, y lo hemos hecho de forma errada y muchas veces, aprovechadoramente.

En base a este aprovechamiento, que se transformó en codicia y lujuria por parte de un grupo de empresarios principalmente del sector bancario por obtener más y más dinero a costa de las personas, es que vemos luces y señales de una idea de educación financiera en Chile, surgiendo como una reacción a la crisis económica bancaria internacional originada en Estados Unidos el 2008 y que luego se expandió a Europa y todo el mundo, incluido nuestro país.

La pregunta que surge ahora es: ¿ha dado resultado esta “educación financiera” que surge desde el año 2008 en respuesta a la crisis económica mundial? En realidad y siendo objetivos, la respuesta es un rotundo no, pero dio indicios de lo que nos teníamos que hacer cargo: expandir y profundizar la enseñanza de cuestiones económicas y financieras que son de uso cotidiano.

Respecto al alcance de un Proyecto de Ley de estas características yo diría que es bastante significativo, al hacerse cargo no sólo del área educativa, sino también de la socioeconómica, ya que establece al Estado la obligación –y por consiguiente, un derecho a las personas—de implementar una educación financiera efectiva a nivel escolar. Con esto, el Estado cimenta las condiciones que permitan a todos y cada uno de los individuos alcanzar sus propios fines y la mayor realización espiritual y material posible, tal como lo prescribe la Constitución Política de la República.

Por otra parte, va dirigido a una etapa de nuestra vida que es crucial, porque es en esta etapa donde podemos moldear nuestra personalidad que nos defina como personas en un futuro. Ayudar a las infancias a comprender el significado y valor del dinero, así como la importancia del ahorro, permitimos que en nuestra juventud sepamos administrar de mejor manera nuestro dinero con la finalidad de tener un futuro económico mejor cimentado para que finalmente, en nuestra edad adulta, tengamos una estabilidad financiera que nos permita vivir económicamente tranquilos.

Una vez más cabe hacernos una última pregunta, ¿se hace cargo el Proyecto de Ley Alfabetización Financiera del bajo nivel de educación financiera de los chilenos y chilenas?

En cierta medida sí, ya que trata de mitigar los bajos niveles de educación financiera en Chile que explicarían el aumento en los niveles de endeudamiento en los jóvenes entre 18 y 24 años. Sin embargo, el desafío es aún mayor. Primero, por el contexto de incertidumbre política y económica actual que vivimos en Chile: nuevo proceso constituyente después de un rotundo fracaso, una alta tasa de desocupación (desempleo), retroceso en la creación de empleos, altos niveles de inflación, economía estancada, entre otros. Segundo, el mayor acceso a productos y servicios en comparación hace 10 años debido al aumento exponencial de los procesos de digitalización –que permite a los usuarios y consumidores tener toda la variedad de productos disponibles a través de un sólo ‘click’—sobre todo en el ámbito comercial y bancario, podría dificultar el proceso de alfabetización de la población en materia económica y financiera si ésta no es correctamente implementada, si no somos constantes en este proceso que podría ser determinante y si no nos adaptamos a los rápidos y constantes cambios que existen en nuestra realidad producto del mundo globalizado en el que nos encontramos inmersos, la inversión que realizamos hoy día, no rendirá frutos.