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Por Andrea Meza

El 7 de junio pasado, la Cámara de Diputadas y Diputados rechazó el proyecto que buscaba impulsar un nuevo retiro de fondos previsionales, más conocido como “sexto retiro”. Los argumentos de los principales diputados promotores del proyecto señalaban que era una iniciativa que busca apoyar a aquellas personas que componen los estratos sociales más bajos de nuestro país. Sin embargo, y en contraposición a lo señalado, los datos muestran un escenario muy distinto. Según un estudio hecho por Pivotes, se estimó que esta ayuda llegaría a 10 millones 500 mil personas, permitiendo la entrega de dinero líquido. Es decir, sería dinero disponible para el consumo privado cercano a 19 mil millones de dólares. Esto equivale al 25% del presupuesto fiscal de 2023, por lo que dichos recursos llegarían al 66% de personas con empleo formal. Según el ingreso de los hogares, llegaría al 5% del menor quintil y al 43% a los quintiles más ricos. Por ende, los recursos de un sexto retiro llegarían principalmente a los hogares de mayores ingresos, lo que conllevaría a su vez consecuencias negativas para la economía chilena, como la inflación y la incertidumbre financiera.

Por otra parte, y dejando de lado los aspectos técnicos que involucran este tipo de proyectos, cabe destacar las tensiones políticas generadas dentro del poder ejecutivo y del poder legislativo a raíz de esto. Lo primero a destacar es que aun existen congresales que presentan este tipo de proyectos, amparados en gran parte a la popularidad que generaron, tanto en el clamor popular como en los medios de comunicación. Sin embargo, a diferencia de los primeros retiros que se generaron en un contexto de pandemia, el escenario actual es mas simple, ya que las tensiones generadas en años anteriores no se presentan, pues parece haber un consenso entre sectores de izquierda y derecha en el retroceso y riesgo económico que puede generar un nuevo retiro. Esta vez, son un grupo menor de diputados los que en su búsqueda de subsistencia y en pos de representar mayorías efímeras, apoyan proyectos que aparentan ser mas populares y captan la atención de la prensa, utilizando como principal método de ataque el poner en jaque la opinión de los expertos, en donde la mayoría de ellos ha mostrado su discordancia con los proyectos de retiros, por lo que nace la interrogante de si estas propuestas buscan el bienestar de la población o mas bien apuntan a un beneficio político de dichos congresales. 

El debate generado en nuestro país cada vez que vuelve a resurgir el tema de los retiros de fondos previsionales, pone como foco a su vez la grave crisis que enfrenta nuestro sistema de pensiones, donde existe un consenso en la clase política y expertos en la materia de la necesidad de generar reformas y cambios que perfeccionen dicho modelo. Las pensiones en Chile son bajas y es por esta misma razón -y tal como apuntan varios expertos- un sexto retiro va en el camino contrario a mejorar el sistema de pensiones, con consecuencias negativas tanto al corto como al largo plazo.

Para finalizar, es importante recalcar que en momentos complejos, como lo son una pandemia o prolongadas crisis económicas, se requieren de buenas políticas públicas, con miradas a largo plazo y con un amplio consenso social que permitan precisamente mejorar las debilidades de nuestro sistema en desmedro de políticas simplistas y de corto plazo. Es por eso por lo que cabe preguntarse si la resaca de la “borrachera” de los retiros del 10% vivieron su capitulo final el siete de junio pasado con el rechazo al sexto retiro o solo es un capítulo más dentro de la demagogia que prima en ciertas ocasiones nuestra actividad legislativa.