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Joaquín Orellana
ASESOR LEGISLATIVO CDC
Reformas políticas y descentralización 

 

01 de junio de 2015. Un debate que trasciende la historia es la búsqueda de significado de la política y de lo político como figuras conceptuales. En este sentido, la discusión se desata con mayor énfasis en periodos donde la política enfrenta procesos de superación de conflictos o crisis, puesto que el significado del concepto se torna más difuso, y a la vez más relevante para la superación de esta.

Durante la antigüedad, el concepto de política contenía en sí mismo dos significados excluyentes, los que Aristóteles llamó: dimensión “arquitectónica” y dimensión “agonal”; mientras que la primera hace alusión a la cooperación y la creación de instituciones por parte de los actores encargados de hacer la política, la segunda tiene su correlato en una serie de relaciones conflictivas, no cooperativas, que se encuentran en disputa del poder político. Dichas dimensiones, entendidas como espacios de acción política, habitan en distintos lugares de disputa del poder y se han mantenido intactas hasta el día de hoy.

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Por lo anterior es que el concepto de política se ha visto fuertemente imbricado con el concepto de acción, lo que hace referencia a una actividad o práctica cotidiana que depende de la trayectoria, porque nos distingue del resto de los animales. Siguiendo la lectura anterior es que Hannah Arendt conceptualmente piensa a la política en el límite, arguyendo que la respuesta estará determinada por un tipo de lenguaje que hace referencia a la historia de quien dialoga con el concepto.

En la actualidad nuestro país atraviesa por coyunturas políticas tensas. Los distintos casos suscitados los últimos meses respecto a los flujos entre dinero y política han desprestigiado tanto la acción política como el significado de lo político (haciendo que el espacio agonal se posicione con mayor relevancia que el arquitectónico), aumentando la desconfianza en las instituciones y proyectando un escenario poco auspicioso en materia de participación ciudadana, sea electoral o de otro tipo. A partir de lo anterior, el teorema de Thomas se hace presente: “lo que las personas perciben como real, es real en sus consecuencias”, develando que la política y lo político es un reflejo de prácticas poco decorosas que no contribuyen al desarrollo de la representación y la sofisticación de la democracia en Chile.

La pregunta que nos debemos hacer los politólogos (dadores de alternativas y soluciones ante los problemas políticos) y como centro de estudio (tanque de pensamiento que realiza investigaciones y diagnósticos con el objetivo de transformar sus estudios en políticas públicas) es ¿qué re-interpretación del concepto de lo político y la política queremos proyectar? En esta dirección, nuestra tarea es re-significar la política a partir de nuestro contexto.

Acción y discurso son los elementos claves para la generación de rutas de cambio, desarrollando espacios donde el hábito de hacer política nuevamente se instale con propiedad junto con la revitalización eficaz del espacio público.

Para finalizar, si la realidad es tal en sus consecuencias y si el concepto de lo político y la política se definen a partir de coyunturas históricas que combinan los principios de discurso y acción, la respuesta al esfuerzo cognoscitivo de interpretar el concepto está en la concreción de cumplir y materializar la agenda legislativa en curso del gobierno.

El aporte que podemos hacer como Centro Democracia y Comunidad será fundamental para la interpretación de la política como una actividad dadora de soluciones a los problemas públicos, donde los procesos democráticos y las instituciones que sostienen el sistema político cuenten con el respaldo ciudadano necesario para converger en la sofisticación de la participación ciudadana, transparencia y estabilidad política.